martes, 14 de febrero de 2017

LAS CONSECUENCIAS DE NUESTRA GUERRA CONTRA LA PROPIA NATURALEZA

Lo que voy a explicar a continuación, puede que no quiera ser aceptado por oídos moralistas, mentes cerradas ni tradicionalistas. Pero sea como sea esta es la realidad de la Vida y de la Naturaleza. Aceptarlo o no es nuestra elección.

El hombre ha invertido mucho tiempo y energía en ir contra corriente de la vida y de su propia naturaleza basando sus decisiones en sus creencias, en lo que creía que era lo correcto, lo adecuado o creía que era de Dios. El hombre ha puesto en boca de Dios creencias propias como verdades supremas y de ese modo ha creado su mundo de apariencias. El hombre en base a esas creencias que ha puesto delante de la autentica verdad de Dios, de la Vida y de la Naturaleza ha dado lugar a la muerte, a la enfermedad y a la degradación de su propio Ser y de su propia naturaleza.

Pero la Verdad auténtica es otra y esa Verdad contraría porque estamos acostumbrados a negarla, rechazarla y despreciarla. Dios es Vida, creó todo lo que Es que es Él mismo asumiendo lo que es. Todo cuanto creó es como Él, Perfecto. Sin embargo nosotros tuvimos la osadía de negar esta verdad y creer que no, que dentro de las creaciones de Dios existían imperfecciones, incluso en Dios mismo. En base a esa osadía surgieron otras y otras y más…  Olvidar quien somos nos hizo ignorar lo que Es. Así pues el olvido dio lugar a la ignorancia. Ignorar la realidad de nuestra propia naturaleza, nos hizo ser irrespetuosos con ella, reprimirla, hostigarla, degradarla, dañarla, matarla,… Toda esta barbarie nos la infligimos como norma social y quien no la aceptaba era castigado y sometido hasta que la aceptaba como su propia verdad. 

Nos creímos una creación imperfecta y nos convertimos en ella. Dejamos de aceptarnos como somos y empezamos a sacarnos defectos y excesos aplicando la ley relativista del más que y menos que, mejor y peor, bueno y malo, bien y mal… dejamos de aceptarnos como somos en verdad, dejamos de aceptarnos como Dios, la Vida, la Naturaleza nos creó perfectos, dudamos de la perfección de su obra y nos creímos imperfectos cada vez que nos comparábamos o que distábamos de ser según la norma que habíamos elegido creer que definía la perfección. 

Al definirnos imperfectos entramos en la realidad relativista y empezamos a negar y a afirmar, definimos qué podíamos aceptar como Dios, elevado, superior, perfecto, … y qué como Demonio, bestia, degradado, inferior, imperfecto, … Todo se dividía en perfecto e imperfecto así que inventamos definiciones según el grado de perfección o imperfección que le reconocíamos. Naturaleza divina, naturaleza humana, naturaleza animal, naturaleza vegetal,… Daros cuenta que sólo hay una naturaleza. 

Dentro de nuestra propia Naturaleza decidimos que había comportamientos, actitudes, instintos, realidades,… que no eran aceptadas, se consideraron propios solo de las bestias,  se manifestaran como son por definirnos en la imperfección y considerar que no eran propias del “buen, distinto y superior hombre racional frente al resto de especies animales” entonces las reprimíamos y en ocasiones sólo eran permitidas en la intimidad o en determinadas condiciones, fuera de ellas éramos automáticamente degradados a bestias o a demonios o similar.
El tema es que todo lo que somos forma parte de nuestra propia naturaleza, lo aceptemos así o no, naturaleza sólo hay una, por lo que más tarde o más temprano esa naturaleza termina revelándose, porque somos nosotros y necesita ser aceptada y expresada en lo que es, su verdad.  No hacerlo provoca, como ya dije anteriormente sufrimiento, enfermedad y muerte. 

Lo dicho, nuestra Naturaleza humana y Dios son la misma cosa, pero nosotros decidimos que definiríamos a Dios y Naturaleza como distintas y por supuesto Dios o naturaleza divina era superior mientras que las demás Naturalezas fueron degradas en imperfección. Así que como dentro de la Naturaleza había imperfecciones empezamos a mesurar según nuestro criterio que íbamos a considerar mejor y qué peor dentro de ella. Decidimos que los instintos eran degradantes y empezamos a reprimirlos o ignorarlos de este modo empezamos a tener conexiones carentes con Dios en relación a nuestra naturaleza. 

 Reprimir nuestros instintos exige invertir mucha energía en contra de nosotros mismos y crea una lucha interna muy destructiva. Pero eso elegimos creer y eso pasamos a experimentar. Puesto que la Vida siempre te da lo que crees y lo que crees es lo que antepones como verdad, eso se manifiesta. Empezamos a vivir situaciones en los que naturaleza se manifestaba como es, el Ser se manifestaba libremente como es e inmediatamente éramos atacados y sometidos por temor a ser repudiados, degradados  o no aceptados por el resto del grupo. Puesto que como naturaleza nuestro instinto era permanecer unidos, el miedo a la separación nos hacía elegir aceptar cualquier cosa antes que solos y no reconocidos en lo que somos. Recordad que sólo Dios se reconoce como tal, el resto es degradado, no tiene esta cualidad. Por lo tanto, no nos reconocemos en lo perfecto y de ahí todas las crisis que el ser humano padece. 

El Ser es perfecto y desea ser reconocido en esa perfección, no hacerlo es carencia de verdad y genera dolor y sufrimiento. La Naturaleza evoluciona en esa perfección y es como es siempre, nuestras creencias cuando son afines a esta verdad y la reconocen en ella, fluyen con ella, está en armonía y sincronía con ella son uno con ella, deja de existir enfermedad, dolor, sufrimiento, falsedad, degradación, crisis… Pero nuestras creencias no siempre son afines, sino que son contrarias y opuestas a nuestra naturaleza, no sólo eso, es que hemos antepuesto las creencias a nuestra naturaleza, están por encima, por lo tanto dominan o eso intentamos. El caso es que Naturaleza es muy fuerte y ella quiere ser reconocida en lo que es, porque sabe que ella es lo mejor, es salud, es bienestar, felicidad, lo mejor que te puede pasar en la vida es ser ella, porque ella es Vida, no muerte; ella es buena no es mala; ella es Amor, no guerra; ella te da todo, no te lo quita; ella es salud, no enfermedad; ella te da lo mejor; es en ti lo mejor… 

Como no lo reconocemos vamos en contra suya e intentamos reprimirla, hacer esto continuamente genera, como dijimos anteriormente, un desgaste de la propia energía vital y una degradación de la misma, provocándonos traumas, conflictos internos, enfermedades y sufrimientos. 


Nuestra propia naturaleza o subconsciente generó reacciones de defensa, para resguardarse y restablecerse, puesto que la Naturaleza también es regeneración, ya dije que es Dios mismo, es perfección en realidad, la regeneración es una de sus cualidades intrínsecas. Así que naturaleza reacciona para resguardar nuestra propia vida y pasamos a tener “crisis”. Las etapas de crisis son momentos en los que lo que es se manifiesta quieras o no dominando la situación. Es un momento en el que ella Es sobre las imposiciones, para poder resguardarte, protegerte de tu atentado contra ti mismo. Son esos momentos en los que nos sentimos gobernados fuera de la mente por una fuerza y energías que enajenan nuestra voluntad. Es una oleada de emociones o sentimientos que suben como la marea para expresarse hasta que vuelven a su cauce. Estos momentos solemos criticarlos, en muchos casos nos sentimos culpables por no poderlos controlar, nos avergonzamos y nos castigamos cuando nos sucede, pero no se trata más que de una salvación, una oportunidad para liberarte, para que te restablezcas, te sanes y tengas paz. Es la naturaleza protegiéndote de ti mismo, intentado restablecer tu equilibrio interno.

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