sábado, 21 de diciembre de 2019

El dolor y las relaciones

El cuerpo del dolor es el que tiene su centro en el cuarto chacra y es el mundo de las relaciones entre lo interno y lo externo. Los conflictos relacionales con nosotros mismos, los demás y nuestro entorno se reflejan en este centro y este cuerpo emocional. 




El origen del dolor
La pena es una forma de dolor, está vinculada a una ansiedad, una inquietud o una tristeza que se manifiesta por llantos, sonidos de dolores, soledad. El corazón está herido y enfermo después de una experiencia pasada lastimosa y dolorosa. El trauma profundo y duradero suele manifestarse en forma de dolor físico u enfermedad. Recuerda que el cuerpo original del dolor es el cuerpo emocional, que es el que experimenta los estados del Ser, es el que siente. 



                                                                           Pexels en Pixabay 

Existen muchos momentos dentro de nuestra experiencia de vida en los que hemos sentido clavar un punzón en nuestro pecho o en nuestra espalda, la traición esencial se produce cuando se deja de ser fiel a lo superior y se osa degradar lo que ya es perfecto. Cuando impongo una medida que no es justa o no está en sincronía con la verdad absoluta del ser yo estoy traicionando, siendo infiel a lo que en verdad es. En este momento me estoy separando de la verdad, mi cuerpo mental se opone a mi cuerpo emocional cuando osa identificarse con una verdad relativa y no una verdad absoluta. Las "verdades" sean absolutas o relativas son recibidas en nuestro cuerpo emocional, cuando estas verdades respetan la naturaleza del ser se mantiene el equilibrio, cuando van en contra de dicha naturaleza se crea un desequilibrio y una experiencia dolorosa. Es el desgarro que se siente al definir una parte del ser, con unos criterios distintos a lo que en verdad es, criterios que degradan, someten y limitan. Por ejemplo, cuando creemos que somos malos, que no hacemos algo bien, cuando nos definimos despectivamente u opinamos mal ya sea sobre nosotros mismos o los demás, cuando no reconocemos ni identificamos la perfección, lo mejor. El hecho de juzgar(afirmar o declarar que algo es) y osar creer que es posible ser algo distinto a lo que es: menos o más que, mejor o peor que, bueno o malo,... simplemente comparar tiene el poder de causar mucho daño. Pues la realidad auténtica es que somos tan extraordinarios que por muy opuestos que parezcamos tan sólo podemos ser la imagen de una gran virtud. Debemos abrir nuestra mente a la belleza y perfección de cada uno y de cada experiencia, vaciarnos de prejuicios y permitirnos realizar una mirada de aceptación.


                                                   Sarah Richter en Pixabay 

Aceptar todas las partes de mi, aceptar a los demás como son sin juzgar ni opinar, aceptar las experiencias como lo que son una manifestación externa que me permite conocerme mejor dentro de ella, nos devolverá al estado de equilibrio y unificación del Ser, mejorará nuestras relaciones y nuestro estado de equilibrio. Soltar nuestros condicionamientos y creencias que nos impiden amar al ser por lo que es, nos permite hacer presente la realidad auténtica y la magnificencia de lo que somos. 

La finalidad de las relaciones
Relación es la correspondencia o conexión que hay entre dos o más elementos, así como el trato o unión que hay entre dos o más personas o entidades. Así pues dentro de una relación se manifiestan experiencias en base a esas correspondencias y el modo en que nos tratamos va en función de la armonía o el desequilibrio que sostenemos respecto al concepto del ser manifiesto en dicha correspondencia, es decir, va en función de como acepto esa parte de mi reflejada en el otro.

Cada momento es una experiencia, es decir, yo estoy percibiendo y expresando en todo momento quien soy. Lo que marca mis experiencias y mis relaciones es todo aquello que cargo en mi definición de ser. Esta definición puede ser consciente e inconsciente, ya que existen muchos condicionamientos que sostenemos en nuestro subconsciente que no se recuerdan, aunque no por ello dejan de estar presentes. 
Esta inteligencia ilimitada que somos está actuando en todo momento sin descanso, se dedica a revisar, observar y tiene la misión de conocerse, identificarse y reconocerse, es decir, es consciente absolutamente de si mismo. Aquello que contempla o que convierte en su centro de atención se convierte en una experiencia en nuestra vida aparente o limitada. Esto permite dejar en un segundo plano el resto del ser y centrarnos en esa parte que es objeto de revisión, ya sea porque entró en desequilibrio o porque es momento de conocerla desde otra perspectiva o definición. 




Hay que comprender que en todo momento experimentamos quien somos y bajo qué parámetros nos hemos definido. Recordar que somos libres de elegir como nos definimos y cambiarlo cuando impongamos nuestra voluntad de hacerlo. Nuestras experiencias y relaciones se vivirán en función de nuestras elecciones, así como nos definimos se manifestará para poder llevarlo a nuestra consciencia y decidir si continuamos definiendo así o cambiamos de referencia. Así pues nuestras experiencias reflejan esa realidad subconsciente haciéndola consciente, permitiéndonos conocerla, revisarla, valorarla y decidir qué hacemos con ella.

Como dijimos cada persona nos refleja una parte de nosotros que corresponde a una definición o concepto del Ser y  la situación que vivimos con ellas refleja mi relación, mi postura, mi estado, mis condicionamientos y definiciones respecto a ese concepto. Por tanto, el simple hecho de observar mis relaciones me va a dar la posibilidad de conocerme, de mejorar mis relaciones y de transformar mi vida.

Adalis©

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